Segundo Avance de mi Libro: El Alfil de Casillas Negras

01.05.2021


Les presento un abstracto del capítulo:
Caballo de Rey

Por una oportunidad perdida destruí mi matrimonio, diez años casados, tirados a la basura. Contradiciendo los juramentos que ante la iglesia soslayamos en plena historia romántica, blasfemando al Dios de quien he sido sometido al borde de una Fe derrumbada.

- ¡Estoy lidiando con la porquería yucateca! ¡Contribuyo a mi país!

-Recuerda decirle eso a mi abogado, la reunión será a las cuatro de la tarde, mañana. Si no te presentas, no te permitiré las visitas a mis hijos. Hazlo por ellos, si es que aún recuerdas que eres su padre.

La maldita perra me colgó, ¿Cómo se atreve a retarme? Suspiré un momento, debo tranquilizarme. Aventé el teléfono drásticamente. Hace un par de semanas tuve un infarto, sobreviví de milagro, así que recordé las técnicas de Yoga que estudié, tengo demasiado trabajo y mucha presión en los hombros. Supongo que alguien allá arriba le caigo tan mal que prefiere castigarme en vida.

Como sea, mi asistente ingresó a la oficina con algunos documentos de urgencia, solo atisbé los de carácter nacional. Uno llamó mi especial atención. Provenía de la policía del distrito, el caso Intrusión 23. Un viejo tema que no avistaba hace mucho tiempo.

- ¿Laura?

-Sí, señor.

- ¿Cuándo recibiste este Memorándum? -Cuestioné álgidamente, mientras lo manoteaba al aire.

-Hoy por la tarde, señor. Usted no se encontraba y por el membrete quise esperar.

-Muchas gracias, eres muy lista. Cierra la puerta al salir y no me pases llamadas.

-Sí, señor.

Al auscultar el perno por fuera, el entresijo dictó una modestia en mí. Desactivé el sistema furtivo de mi oficina, suelo grabar cualquier conversación y me permito el placer de usarlas de ser necesario en mis investigaciones.

Al abrir el sobre con una recatada documentación, una hoja roja con guirnaldas plasmadas llamó aún más la atención. ¡Carajo!

Tomé el teléfono del escritorio y antes de marcar, suspiré tranquilamente y tragaba bocanadas de aire, necesitaba relajarme ante la cuestión verborrágica que estaba por continuar.

- ¿ministro Andrés?

-Inspector Hinojosa, que oportuno al llamar.

-Recibí su mensaje, debo decir que fue muy sutil, me pregunto si su puesto requiere un cierto grado de sutileza.

-Desvaríos atrás, Jefe Inspector. ¿Leyó el vademécum?

-Sí, señor.

- ¿Y bien? ¿Tiene idea del gran daño que ese caso puede traerle a la corona? Estamos en guerra, no es el mejor momento para extraer raíces del pasado.

-Lo sé, señor. Me haré cargo de inmediato.

-No necesito esa estupidez barata de responsabilidad ilusa, necesito resultados.

-Y le garantizo que así será, señor ministro.

-Recuérdeme, ¿Cuál era el apodo que le pusieron los miembros de su departamento, cuando era un simple detective ministerial?

Odio cuando este hijo de puta empieza con sus sermones de dudosa moralidad, es conocido por frecuentar el pretérito acto de bondad de un hombre.

-El Caballerango, señor ministro-Repliqué suspirando, intentando calmar mi frustración y repudio.

-Exacto, el Caballerango. Un nombre de pila muy bien ganado. Dígalo, decrételo. ¿Por qué lo llamaban así?

-Por haber rescatado a diez núbiles de las garras del crimen organizado, en Cholula.

-Esa fue la causa, más no la razón. ¡Dígala! -Vociferó al teléfono, honestamente irradiaba furia y quería destrozarle su maldita cara.

-Pensaron que me cogía a las mujeres que rescaté, porque me agradecieron por días esa justa acción. Gané una medalla y merecidos ascensos.

-La gente nunca mira el lado positivo, siempre rebuscan el lado negativo de las cosas. Así que recuerde su apodo, porque la gente sigue creyendo que te tirabas a las putas que salvaste hace años. Lo mismo sucede si este caso sale a la luz, encárgate de ese maldito Alfil o considérate hombre muerto.

Colgó estrepitosamente, pude presentirlo. Ahora que tengo problemas familiares de mayor recurrencia, aparece este Clérigo cabrón de la Orden de las Cartas de Aztlán, una maldita secta que surgió en los 90´s, pero que victoriosamente erradicamos en el 2003 o al menos es lo que pensábamos.

Tomé tiempo para pensar, activé nuevamente mi sistema de seguridad y pedí a la secretaria, por si no lo saben, mi amada oficinista es una agente degradada por tomar malas decisiones en el pasado, además de que me la estoy tirando en mis ratos libres, una gratificación por mantenerla en el departamento.

- ¿Si, señor? ¿En qué le puedo ayudar?

-Iremos de cacería, ve con el souvenir, necesito que te equipes.

- ¿Disculpe? Señor, con todo respeto. Hace dos años que no estoy en servicio, me quitaron la licencia, usted mejor que nadie sabe que si toco un arma me encerrarán diez años.

-Lo que haremos será extraoficial, nadie más involucrado en el caso Intrusión está vivo a excepción tuya.

- ¿Qué dijo Señor? ¡No, sabe qué! Fingiré que no dijo eso, con su permiso.

Se apresuró a cerrar la puerta, pero la detuve a tiempo antes que se dirigiera a su oficina. Le musité gentilmente lo que toda mujer ambiciosa desea.

-Tu petición a Los Pinos fue aceptada. Bajo la recomendación del ministro Andrés.

Se quedó boquiabierta, pero también es muy lista. Elucubró que quizá jugaba con la situación apremiante, pero tiene más que mil razones para no dejar ir la oportunidad que tanto ha buscado.

-Proteger a un miembro de la familia real siempre ha sido mi mayor meta.

-Tu mayor meta es la paga que te motiva a proteger a una veinteañera inmadura, ¿crees poder con esa princesa?

-La corona paga un millón de pesos al año por mantenerlos vivos. Quien no tiene semejante meta desperdicia su tiempo. Con esa cantidad de dinero, claro que puedo proteger a la puta princesa.

-Eres muy egoísta con esa filosofía, entonces ¿Vienes conmigo? -Cuestioné sutilmente a su oído, mientras ella lo tomaba como un cortejo. En este punto, comenzó a tutearme, dejó la línea de respeto en el caño.

-Dame garantías. Necesito ver que se cumplirá.

-Si terminamos el trabajo, el ministro te reubicará de inmediato, serás puesta en circulación otra vez y te ascenderán a guardia real de nivel 5.

-Palabras se las lleva el viento, querido. Eso no es una garantía-Replicó tajante, creo que subestimé otra vez su intelecto.

-Ven conmigo al escritorio, quiero mostrarte algo.

Tan pronto abrí la caja fuerte detrás del retrato del Rey Maximiliano, ella se acercó curiosa y con una columbra que ni el mismísimo Juárez podía sostener.

-Toma, léelo-Expresé mientras le extendía en su mano el documento probatorio de mi acuerdo.

-Es una Forma 33, no está fechada. ¡Está firmada por el ministro! ¡Pedro eres un maldito hijo de perra! ¿Desde cuándo tienes este formato?

-Francamente, hace dos meses.

- ¿O sea que hace dos meses pude haberme largado de tu maldita agencia y estar en este momento en el palacio real?

-Precisamente, pero todo sale a la luz...

- ¡Para chantajearme! ¡Eres un maldito pendejo!

-Lo sé, pero técnicamente sigo siendo tu jefe y te exijo muestres respeto, bueno al menos una parte porque este caso no amerita que seamos corteses, como podrás notar al calce de la Forma 33, necesitas mi rúbrica. De lo contrario...

- ¡Se invalida! -Voceó tan atroz que el eco en la oficina la acompañaba en su dolor, menos mal que mi centro de trabajo goza de excelente aislamiento sonoacústico.

Caminó en reversa, daba vueltas por toda mi oficina, sosteniendo la Forma y sacudiendo la cabeza, se miraba los pies, manoteaba erradamente, pude sentir que su agobio la atormentaba, quizá debería ser más empático con las personas cuando necesitan algo de mí. No obstante, a veces, mantener los salvoconductos para usarlos al momento apropiado puede ser benéfico, tal es el caso Intrusión.

-Ya tienes tus garantías, Laura. ¿Vienes conmigo?

- ¿A quién cazaremos? -Cuestionó álgidamente, supe que la tenía en el ruedo conmigo.

-De acuerdo al informe de inteligencia corroborado que tengo aquí, un maldito Clérigo de la Orden de las Cartas de Aztlán ha aparecido de nuevo, mató a algunos policías ayer por la noche.

-Eso es imposible, hace más de veinte años que matamos a todos, incluso tenemos la lista de esos alfiles.

-Y, sin embargo, hay uno vivo que está causando problemas.

-La Orden siempre quiso tirar abajo la monarquía, establecer una república democrática.

-Y en tiempos de guerra, tiene mucho sentido que haya aparecido justo ahora.

Laura Bayona se quedó impávida, porque sabe que nuestro pasado es aterrador, éramos solo unos jóvenes apasionados recién egresados de la academia. Uno de los primeros trabajos que realizamos podría derrumbar nuestro futuro.

-Nadie más debe involucrarse, Pedro. No será bueno para los dos si esto se ventila a las redes.

-Por el momento tendremos el respaldo de la prensa, el ministro Calderón se encargará de monitorear las noticias, darán un falso comunicado y atraparán algunos chivos expiatorios.

- Bueno, eso es primordial, tendremos que ser eficaces y acabar a ese alfil cuanto antes. ¿Tienes una pista por dónde empezar?

-Sí, un restaurante en el distrito. El dueño resultó ser un colaborador de Yucatán.

- ¡Puta madre! Ya veo a dónde va esto-Replicó tajante, conozco a Laura, ella es tenaz y pensaban que era una simple oficinista.

-Toma tu abrigo y andando. Ve con el souvenir, te espero en el aparcamiento.

-Vale...

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Saludos y hasta la próxima publicación.


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