Gloriosas al Anochecer PRECUELA EXCLUSIVA

17.05.2021

EL SECRETO DEL CLÉRIGO III: FUERZA VIKINGA

Lo que no hallarás en el Volumen 2 de Ángeles Guardianes (Próximamente)



COSTA VERACRUZANA, AÑO 334 D.C.

El Knaar vikingo desembarcó frente a la costa vinlandesa del sureste, lo que actualmente sería la azotada playa de la ciudad de Coatzacoalcos, Veracruz. Ninguna guerrera vociferó algún triunfo del cual podrían jactarse entre los afamados luchadores del Valhalla. Sin embargo, el clérigo que las acompañaba, el mozo crédulo llamado Giacomo Fontanela, decide salir de la embarcación pese a no tener indicios de una protección por parte de las valkirias.

-Veo que por fin decides acercarte a nosotras. Hemos llegado, joven cristiano.

-Ya os dije mil veces que no soy cristiano, mi credo es católico.

-Para nosotras eres un simple mortal cristiano, sin importar que encomienda te hayan determinado.

-Muy bien, silencio todas. Tú, cristiano mortal, estamos en las tierras que tu poseedor dictaminó, ¿Dónde pretendes esconder esos entresijos?

-No estoy seguro, escuchen doncellas escuderas. No tengo un lugar elegido, así que espero me lleven a un buen montículo. Creo que un monte alto sería lo adecuado.

-No esperes que bajemos contigo a esconder esas reliquias odiosas. Replicó Brunilda, mientras se recostaba en la popa.

- ¿Qué? ¿No van a acompañarme?

-El acuerdo entre tu Dios y el nuestro es sencillo, lleven al cristiano a Vinlandia del Sur. Bueno, la tierra que columbras al frente es Vinlandia del Sur. Solo tienes que saltar al agua, no es profunda así que podrás caminar hasta la orilla. Tómate tu tiempo, estaremos esperando- Voceó Reginleif, raudamente volqueó su cabeza hacia abajo y toma asiento para limpiar sus artilugios.

Aunque Giacomo se hallaba rodeado de Diosas féminas hermosas, el ambiente senescente marítimo le remembraba lo lejos que estaba de casa, así mismo la soledad incierta y enclaustrada en la encomienda que se le determinó. Prácticamente se sentía solo y al garete, sin que las valkirias se inmutaran siquiera por su vana preocupación.

- ¿Por qué no te mueves, jovenzuelo? Inquirió Geirönul, sarcásticamente.

-Pensé que me acompañarían, no puedo creerlo. Replicó Giacomo, vapuleando su andar hacia la remera del Knaar, se detiene y solo ojea alrededor, admirando la hermosa vista mexiquense antigua.

- ¡Tienes miedo! ¿Dónde está tu Dios cuando más lo necesitas?- Cuestionó Brunilda, en son de burla. El resto de las valkirias risoteaban por el postergado abandono de un Dios hacia su párvulo.

-Supongo que quiere probar mi valía. Replicó Giacomo, resquebrajando su mirada y columbrando al empíreo majestuoso.

-Esos cristianos son sorprendentes, su fe ciega los obliga a actuar aun cuando no tienen asistencia divina. Musitó Gunnr, levemente excogita sus hombros, mientras remira alrededor.

Giacomo Fontanela se lanza al agua con su pequeño baúl amarrado a sus dorsales. El agua no era profunda, la costa se encontraba a solo cien metros, pero la playa parecía tétrica, lo peor de todo es que Fontanela no tenía idea de elegir el lugar apropiado para los tesoros católicos. Mientras caminaba forzosamente sobre la arena y con el agua cristalina rebasando sus rodillas, logra llegar a la ribera.

- ¿Cuánto tiempo creen que sobreviva sin nosotras?

-No durará ni un alba.

-Estoy de acuerdo. Ahora que lo pienso, Odín se enfadará si ese cristiano no logra su cometido. Se supone que el pacto consiste en que ese imberbe oculte sus prestigiados premios pero si muere antes de hacerlo, el trato se rompe.

-Y eso causaría una atrofiada diplomacia interestelar.

-Entonces estaríamos en guerra con el Eterno.

-Parece que todo se resume de la siguiente manera, vayamos con el cristiano.

-Dejen caer el anclaje. Armamento primordial, la comida se conseguirá con la fauna y flora de Vinlandia.

-Nunca me canso de las aventuras.

Las doncellas escuderas bajaron de la embarcación vikinga, no sin antes asegurarla para evitar que el oleaje la encallara. Giacomo Fontanela aún se encontraba rezando de rodillas, que no vio venir a las valkirias acercársele. Cuando terminó de orar, se levantó en pie y abrió los ojos.

- ¿Terminaste cristiano? Andando. Elije tu lugar y regresemos de vuelta.

- ¡Oh! ... Sí. Claro, gracias por acompañarme.

-A callar, elije tu lugar. Replicó Gunnr, frustrada por resguardar la vida de un pagano ajeno a sus intereses.

-El Pontífice fue claro conmigo; encubrirlas en un montículo, pero una montaña sería lo apropiado.

- ¡Geirönul! ¿Qué es lo que dice Hugin? ¿Alguna montaña en la profundidad de la selva vinlandesa? Filtra las colinas que tengan tierra blanda y lodosa, ya que el cristiano debe armar un buen escondrijo subterráneo para sus entresijos.

-Estoy en ello. Replicó la valkiria, decodificando su sistema de rastreo, una de las tecnologías mal interpretada en las Eddas Poéticas.

-Aguarda un poco, cristiano. Hugin y Munin son nuestros satélites allá arriba, es cuestión de segundos para tener una respuesta. Masculló Sigrdrífa, remirando hacia los alrededores arenales.

- ¿Satélites? ¿Qué son Hugin y Munin? Inquirió Fontanela, con expresión sorpresiva por tratar de dilucidar sobre las aves de Odín, Hugin y Munin.

- ¿Sigrdrífa? El cristiano es primitivo, no entenderá nada, no te molestes. Musitó Sváva, a regañadientes contra una de sus hermanas valkirianas.

-Ciertamente, Sváva. Lo lamento, cristiano.

-Es una vista hermosa, Vinlandia es preciosa.

-Estas tierras pertenecen a la Orden de Aserah, sus hijos rebeldes yacen en estas lejanías.

-No solo ellos, los Reptiloides también viven aquí, bajo tierra.

-Supongo que los humanos no obedecen reglas interestelares, este planeta es suyo, así que pueden ir y venir cuanto les plazca. Nosotras somos blanco fácil aquí.

-Lo dudo, Gunnr. Se supone que la traidora Arflea ha venido aquí antes a parlamentar con Astaroth. Si hubieran querido matarla, lo habrían hecho hace mucho.

-Arflea ahora es de la Orden de los Observadores, hace mucho ya no responde a nosotras, su Orden Madre.

- ¡Guarden silencio! - Ordenó Sváva. -Detrás de esos senos selváticos podría haber alguien auscultando.

-Y estaremos a punto de ingresar allí. Me encantan las aventuras.

- ¡Lo tengo Sváva! De acuerdo a un escaneo geográfico, Hugin arroja las siguientes montañas cercanas a nuestra posición. Son solo tres, si no filtrara los datos, tendríamos más de cien posibles montículos para seleccionar.

-Hermanas presten atención. Geirönul comparte la información- Ordenó Sváva, imponentemente sin despegar un atisbo su columbra hacia el frente selvático que pronto las atosigaría.

-La primera montaña es la Drüful [Actualmente el Cerro de San Martín], de hecho podemos notarla hacia el Este. Es enorme pero cumple los requisitos de tierra para ser trabajada, específicamente en ciertas áreas de su superficie.

-Luce comprometedora, ¿las otras?

-Hugin envía la segunda, el altozano Halla [Actualmente El Espinal en Texistepec, Veracruz], es relativamente pequeña pero cuenta con altiplanicies que permiten el uso de troncos fuertes. Rodeada de arboledas y cuantiosa flora. Además hay mogotes aún más pequeños que la rodean [Actualmente la divisoria Lomas del Viento].

-Esa es ideal, la tendremos en cuenta.

-Interesante, una montaña rodeada de otros altillos. Ya tienes tu lugar, cristiano.

-Hugin manda la tercera, el collado Pörunn [Actualmente los Oteros de Sayula de Alemán, Veracruz], aunque su geografía es similar a Halla, de hecho está cerca pero sus elevaciones las separan tajantemente en términos geográficos.

-Excelente trabajo, Geirönul. Muy bien, cristiano. Será mejor que elijas.

-Escuché que Halla está rodeada de otros riscos más pequeños, entonces es ideal para la encomienda. Otros peñascos cercanos a Halla podrían desviar la atención de quienes en un futuro incierto busquen las reliquias católicas, lo que traigo en este baúl es muy importante. Creo que elegiré a Halla.

-Está decidido, hermanas valkirianas. Movámonos al morón Halla. ¿Cuál es la distancia hacia Halla, Geirönul? ¡Busca atajos!

-Lo tengo, hay una cuenca cerca de aquí. Hugin la registró como Serker [Actualmente el nacimiento del río Coatzacoalcos], una torrente muy larga que desemboca no muy lejos de aquí, pero la desembocadura no es el mejor camino que podríamos tomar. La vía rápida es por la cuenca Serker. De acuerdo al escaneo de la zona, hay veredas naturales que se pueden usar para arribar al reguero por el norte. Y es el modo seguro de llegar al altozano Halla.

- ¿Segura que son naturales? ¿Qué nos garantiza que no fueron hechos a conciencia por los rebeldes de Aserah que residen en estas tierras?

-Solo hay un modo de averiguarlo. Andando, en cuanto terminemos más rápido mejor. Replicó Sváva, con fervor en sus palabras.

Las valkirias marcharon impetuosas y el clérigo Giacomo Fontanela, sin percepción lógica alguna, continúa su andar rodeado de mujeres extranjeras politeístas. No obstante, Geirönul se acerca a musitarle a Sváva, una porción de información que pasó por alto para evitar que sus hermanas cuestionasen la misión. Esperó que éstas se adelantaran lo suficiente para no tener que auscultar los murmullos.

-Sváva, Hugin envió más que solo datos geográficos.

-Las altiplanicies están cortadas, ¿no es así?

-Eh... ¿Cómo lo supiste?

-Vinlandia está poblada de norte a sur, es una porción de tierra enorme. No me sorprendería toparme con hombres y mujeres humanos viviendo por aquí.

-No solo eso, Sváva. Los registros de Hugin mostraron pirámides y construcciones artificiales cerca de Halla y Pörunn. Hay humanos residiendo aquí y hay una ciudad enorme hacia la dirección que vamos. El cristiano no debería saberlo, pero si nos topamos con algunos de ellos, correrá la voz.

-Recuerda la ley de la vida, nuestra civilización evolucionó. Los humanos también tienen que hacerlo. Si el cristiano llega a verlos, entonces su testimonio volará por todas las tierras orientales, europeas y africanas. Sabrán que todo el mundo que conocen es aun incompleto.

-Hermana, Odín no planea...

-Es todo, Geirönul. Solo sigamos las órdenes. Este planeta no es nuestro, lo que ocurra entre los humanos no es nuestro problema. Solo cumplamos con esto y nos retiraremos.

-Como tú digas, Sváva.

A dos días de intensa marcha en la selva veracruzana, el católico se encontraba exhausto, pero su pasión y fe lo orillaban a continuar. Las valkirias tenían un proceso metabólico diferente, no se cansaban con facilidad y básicamente con solo dormir dos horas, estaban enérgicas nuevamente. Al caer la noche para recibir la tercera alba, el joven clérigo no pudo más y exigió a Sváva un descanso. Las valkirias estaban intrigadas pero tuvieron que aceptar que el humano no puede seguir el ritmo de las nórdicas. Tomaron una breve pausa y el clérigo tomó agua de un riachuelo que corría por el lugar.

Skalmöld cazó dos guacamayos y un tapir, y los asó con la blatner de Reginleif, dos aves con apenas la carne suficiente para alimentar al clérigo fatigado, pero el verdadero botín culinario era el tapir. Le pareció absurdo consumir pájaros desconocidos, pero al notar la columbra furiosa de Reginleif, no desperdició la opción culinaria de Skalmöld.

Al amanecer, retornan a la caminata intensa bajo el calor sofocante, del cual el clérigo no estaba acostumbrado. Perdía líquidos vertiginosamente, pero en cuanto columbraba agua, corría despavorido hacia ella para ingerirla.

Mientras Giacomo tomaba agua de un charco cerca de un frondoso árbol, escucha un rugido tenaz y voraz. Se espabila y el miedo no se acrecienta lo suficiente como para darse cuenta que frente al arbusto que tiene, una mirada terrorífica le gruñe por hambre. La piel amarilla y con manchas negras le atisban a una bestia desconocida, su acervo de conocimiento no fue claro para tratar de dilucidar qué era lo que observaba.

Se levantó lentamente y a paso ralentizado, caminaba hacia atrás, las valkirias notan su extraño comportamiento y entonces elucubran raudamente un peligro inminente. Se alza la cabeza de un jaguar sobre aquel arbusto. Enseña los dientes afilados y el gruñido típico de aquellos felinos sucumbe y viaja por ecos a lo largo de la zona. Giacomo Fontanela corre hacia las valkirias pavorosamente y éstas toman control de la situación.

- ¡Doncellas escuderas! ¡Posición defensiva! - Vociferó Sváva, tajantemente ante la vapuleada oleada de jaguares al acecho.

Todas las valkirias se conglomeraron en forma circular, ataviadas con los escudos por doquier y pusieron al cristiano Fontanela justo en medio, para mantenerlo a salvo. Cuatro jaguares salieron a la acechanza, las valkirias estaban más que preparadas en combate para hacerle frente a felinos del continente americano.

Una conducta inusual de aquellos depredadores, caminaban en círculos y dos jaguares se arrojaron hacia las doncellas. Los escudos detuvieron los primeros ataques, Sváva desconocía por completo a la fauna depredadora de Vinlandia, pero su instinto para exterminarla de ser necesario, era vital para cumplir las órdenes entre un acuerdo divino del Dios cristiano y el Dios nórdico.

- ¡Ölrun! ¡Estocadas frontales! ¡Sigrdrífa, Skögul y Skalmöld! ¡Mantengan retaguardia evasiva! ¡El resto no abran laterales!

- ¡Recibido!

- ¡Como usted ordene!

- ¡A mi señal! ¡Abran escudos frontales!

La valkiria comandante aguardaba que un jaguar intentara atacar por el frente. No quería arriesgar a su tropa contra felinos letales, así que optó por realizar avances pausados mientras neutralizaba el peligro. El clérigo poco podía hacer, en medio de la horda valkiriana y con un miedo latente por ser una presa para las bestias del nuevo continente, Reginleif y otras valkirias renombradas se hallaban a su lado próximo, aunque no le parecía nada honorable custodiar la vida de un pagano, pero ambos dioses tenían un pacto.

Otro de los ocelotes que sobre una roca, mostraba sus colmillos afilados para intimidar, hace especial atención en una embestida frontal. Se arquea en posición de avizoro y se lanza al ataque, combinado al resto de yaguares que ya atacaban la retaguardia protegida por Sigrdrífa.

- ¡Ahora! - Las valkirias que resguardaban la vanguardia abrieron escudos y el resto se replegó aún más. Inmediatamente Ölrun salta con su espada en pináculo hacia la cabeza del ocelote, éste recibió la incrustación de la punta en su testuz y raudamente la valkiria retorna hacia atrás. Las doncellas escuderas volvieron a cerrar el cerco y nuevamente continúan caminando, unísonamente la retaguardia seguía bajo acecho de los otros tres jaguares. Vertiginosamente, otro ocelote intentó adentrarse para morder a Ölrun, pero ésta logró ingresar al círculo escudero prontamente.

- ¡Buen trabajo Ölrun! ¡Prepárate para volver a salir! ¡A mi señal doncellas!- Voceó Sváva, que al igual que el resto de las valkirias, soportaban las embestidas de los ocelotes. Los rasguños eran inevitables, pero las doncellas escuderas mantenían la posición defensiva.

Justamente antes de ordenar la siguiente estocada, dos jaguares más se unen a la contienda por carne fresca, saltando de entre los frondosos senos tropicales de aquellas tierras vinlandesas. El resto de los felinos intentan marcar territorio pero el andar vapuleado de las valkirias, llaman sus atenciones. Ahora son cinco ocelotes tratando de obtener comida de entidades biológicas nórdicas.

- ¡Alto!

- ¿Por qué nos detenemos, Sváva?

- ¡Aguarden un momento! ¡Alguien más nos observa!

- ¿De qué estás hablando, Sváva?

- ¡En los árboles!

- ¡Santo Eterno Dios Misericordioso! - Gritó Fontanela, tras columbrar a humanos aborígenes en tierras que se suponía, según su lógica europea, no deberían existir.

En las cimas de aquellas arboledas se hallaban guerreros Olmecas impactados por la increíble refriega entre Diosas y Dioses; debido a que los jaguares eran consideradas deidades para los Olmecas, pero al remirar a las valkirias y su icónico atuendo, crearon historias sobre mujeres serpientes con plumas, cuyos indumentos arcaicos de la cota y piedras preciosas, además del yelmo alado, predisponían un estereotipo similar a la de la serpiente. Naciendo así en el panteón Olmeca, la deidad suprema Serpiente Emplumada.

Armados con lanzas y cascos hechos de basalto y coco de palma, los Olmecas de una estirpe exploradora vocean entre sí. Notaron que un jaguar se hallaba muerto y entonces vitorearon a los empíreos la destreza inmaculada de las valkirias.

- ¿Quiénes son esos sujetos? Inquirió Herfjötur, espabilando esos ojos azules.

-Nuestro padre Odín no nos dijo nada sobre humanos en Vinlandia, olvídenlo. Centradas en aniquilar a estas bestias.

Los ocelotes habían dejado de atacar, solo se limitaban a acechar en círculos ante las valkirias, mostrando aquellos filosos colmillos y gruñendo furia descontrolada. No obstante, uno de ellos saltó estrepitosamente sobre las hijas de las Pléyades. Arrinconándose en el escudo de Reginleif, protegiendo al cristiano Fontanela. El yaguar intentaba arduamente morder a las valkirias del centro.

- ¡Mantengan posición! ¡Reginleif a mi señal bajas tu escudo y Skalmöld lo matarás!

- ¡Será un placer!

- ¡Ahora!

Reginleif dejó caer al felino dentro del círculo defensivo e inmediatamente, Skalmöld insertó su espada adoquinada en las fauces del jaguar, pero las otras valkirias centrales se guiaron por el instinto y también clavaron sus espadas en el felino. Los Olmecas gritaron alevosamente y aquellas espabiladas vociferaciones, pronto fueron respondidas por otras agrupaciones de Olmecas que no se encontraban tan distantes de lo que parecía.

- ¡Esos nativos no lucen contentos!

- ¡Claramente son sus mascotas! ¡Nosotras tenemos lobos Fenrirs y lloramos cuando los perdemos! ¿Sváva? ¡Tenemos que acabar esto cuanto antes!

- ¡Brunilda, Skalmöld y Gunnr! ¡Salgan! ¡Valkirias! ¡A glorificar el Valhalla!- Voceó Sváva, ante la repentina situación donde se hallaban.

Las doncellas escuderas abrieron el cerco e impetuosamente combatieron sin miedo latente contra aquellos ocelotes hambrientos. Los Olmecas se impresionaron de observar aquella bélica batalla entre Dioses de su propia perspectiva. No obstante, ver morir a sus jaguares venerados no era algo que pudieran pasar por alto. Pronto su enojo sería una cruel tortura y raudamente, el líder de aquella agrupación, hizo el llamado de ataque.

- ¡Buen trabajo Valkirias! ¡Tú! ¡Cristiano, más vale que halles un lugar idóneo para ocultar tus encomiendas! ¡Ya casi estamos cerca de Halla!

-Primero deberíamos salir de aquí, esos hombres negros semidesnudos no parecen felices de vernos.

Vertiginosamente, las tarariras de los Olmecas comenzaron a ser tomadas como una amenaza territorial. Las doncellas estaban impresionadas por el increíble acierto de su dilucidación, la sorpresa fue mayor cuando veinte guerreros Olmecas se acercaban en posición de cuña hacia las valkirias, mientras que aquellos que se encontraban en los árboles, comenzaron a arrojar sus lanzas.

Curiosamente, aquellos Olmecas eran la fortaleza exploradora de avanzada del centro ceremonial San Lorenzo. La ciudad más importante de la cultura más antigua de Mesoamérica, estaba al borde de una invasión exploratoria vikinga.

- ¡Posición defensiva lateral!

- ¡Resguarden al cristiano!

- ¡Esta locura no tiene fin! ¿Qué sucede en Vinlandia? ¿Quiénes son esta raza de humanos negroides?

- ¡Prepárense para la guerra! ¡Valkirias! ¡A glorificar el Valhalla! ¡Barricada ofensiva!

Inmediatamente las valkirias obedecieron la orden de Sváva; quien además de mostrar respeto, era una experta combatiente de los nueve mundos supervisados por Odín, su sindéresis estaba más que clara. La barricada ofensiva consistió en que tres cuartas partes de las doncellas se colocaron en línea y ofrecieron el cerco defensivo con sus propios escudos, Sváva también se replegó al resto de ellas. Éstas se empeñaron en desviar las lanzas de los aferrados nativos negroides. Una cuarta parte de las guerreras se acopló detrás de la barricada y comenzaron a armar sus arcos y flechas, que según la perspectiva de Herfjötur, antes de ingresar a la selva no iba a ser necesario utilizarlas. No obstante, en cuanto ensamblaron los arcos, los infortunados Olmecas ya se encontraban compartiendo columbras y vociferaciones contra supuestas Diosas desconocidas.

- ¡Sváva! ¡Armas listas!

- ¡A mi señal! ¡Disparan a mi orden!

Uno de los líderes de la agrupación de los árboles, voceó en el idioma local y frenéticamente comenzaron a descender y con una rabia punzante, se alzaron en son de guerra contra las valkirias, éstas aguardaron que se acercaran lo suficiente, no eran demasiados comparados a la veintena que ya venía caminando lentamente.

Detuvieron a los Olmecas de los árboles, impidiendo que sus lanzas alcanzaran a alguna de ellas. Las doncellas escuderas usaron la heráldica conglomerada para inmovilizar la embestida intrépida de aquellos aborígenes.

- ¡Valkirias! ¡Estocadas frontales!

Toda la barricada escudera empujó a los Olmecas estancados en ellas, en cuanto las doncellas abrieron el cerco frontal raudamente ensartaron sus espadas contra los aguerridos Olmecas, éstos vocearon tristeza y terror inmaculado. El resto que observó cómo morían sus hermanos, les impulsó para descartar los cuidados y se lanzaron a la refriega como si nada les importase. Los primeros Olmecas estaban muertos, una tarea relativamente fácil.

- ¡Herfjötur prepara a tu grupo! ¡Flechas frontales! ¡Barricada! ¡Danza lateral! ¡Brunilda instruye a tus guerreras!

-Muy bien, ya escucharon. ¡Skögul y Sigrdrífa ustedes lideran la danza lateral, muévanse pausadamente hacia la izquierda!

- ¡Ahora danza lateral! ¡Ahora Herfjötur!

- ¡Ya escucharon! ¡Geiravör, Herja, Svipul y Hjörprimul! ¡En ese orden disparan!

Los Olmecas guerreros estaban cerca para la atajada, pero no se esperaban una increíble estratagema nórdica que en ataques frontales, resulta la muerte segura para el contrincante.

En cuanto se embistieron los unos contra las otras, las doncellas escuderas soportaban con sus escudos las fuerzas impetuosas de los aborígenes, pero estaban danzando hacia la izquierda aun sin bajar sus escudos. Esta acción desconcentró a los Olmecas y en cuanto la barricada comenzaba a moverse hacia la izquierda, las doncellas armadas con arcos triples estaban apuntando contra los deicidas Olmecas.

La primera valkiria Geiravör quedó descubierta por la barricada, disparó su arco triple, el cual a su vez lanzaba tres flechas en las tres direcciones frontales con apenas un ligero ángulo de desviación. Sin duda alguna, una mejoría a las armas antiguas que facilitaban una amplia ventaja sobre el enemigo. Tres aguerridos cayeron muertos ante la vapuleada estrategia de las valkirias.

La danza continuaba menester su fluidez. Al finalizar el primer disparo, Geiravör se acopla nuevamente detrás de la barricada y a un costado de Hjörprimul, arrea sus próximos tiros. Después, Herja queda descubierta nuevamente por la barricada que continuaba deteniendo la estampida Olmeca, ésta dispara sus triples saetas y dan en los testuces de Olmecas estúpidos que no podían dilucidar como estaban cayendo presas de las valkirias.

Herja se acopla nuevamente al lado de Geiravör y arrea su arco nuevamente. Luego, Svipul queda descubierta por la barricada y dispara su arco triple, se acopla y Hjörprimul hace exactamente lo mismo al quedar descubierta por la barricada. Conforme se descubría una valkiria con la vira, tres Olmecas estaban desprotegidos por la misma barricada que intentaban desacoplar, la estrategia bélica fue suficiente para acabar con la veintena de hombres aborígenes que no comprendían la magnitud de la batalla.

Fue como un tiro al pato, peladita y en la boca. Una victoria tan pronta como se predijo. La danza lateral continuaba, los astiles y dardos hacían lo suyo. Herfjötur también se unía con su ballesta y lanzaba sus sagitas contra los Olmecas. Cabe mencionar que Giacomo Fontanela, temeroso y desconcertado, se hallaba bajo el resguardo de Hlökk y Göll, hermosas valkirias que protegían la retaguardia de la barricada.

Cuando murieron los últimos Olmecas de la agrupación de choque, Sváva ordenó la desintegración de la barricada y posteriormente tomaron nota de lo ocurrido. Giacomo no podía creer lo que columbraba, pero sabía que su pontífice le advirtió que Vinlandia no presumía de su buen recibimiento a los foráneos, ¿cómo sabía el papa Silvestre que Vinlandia [actual América] existía?

-Cristiano, ¿te encuentras bien?

-Creo que la respuesta es obvia, su señora. Respondió Giacomo, exhausto y sin atisbos placenteros.

-Excelente trabajo Valkirias, la danza lateral no servirá si nos enfrentamos al doble de la estampida humana que acabamos de exterminar. Pero al menos tenemos una victoria que contar al regresar a casa.

-Los vinlandeses son intrépidos, sin duda alguna. Si se me permite, Sváva. Me gustaría llevarme un cadáver para su estudio. Sugirió Göll, quien pregonaba de sumo conocimiento en Valhalla.

-No llevaremos nada de aquí. Y eso incluye metales preciosos si hallásemos algunos.

-Comprendo, hermana. ¿Qué haremos ahora?

-Seguiremos nuestro paso hacia Halla, puedo ver las montañas desde este firmamento. No estamos lejos, cristiano. Ya pronto tendrás tu encomienda y regresaremos a casa.

Sorpresivamente, Brunilda encuentra a un Olmeca que aun agonizaba de dolor, su muerte era inevitable pero al observar a la valkiria, el joven guerrero predisponía palabras que ante Brunilda, no eran fáciles de comprender.

Se agacha ante él, que yacía tirado sobre el sustrato ecológico y con sangre brotando por creces en su cuello, estancado por una de las flechas. Apenas y podía hablar, la sangre por montones le recordó a Brunilda la clase de especie terrenal que reside en este planeta. La mirada de aquel joven Olmeca se perdía entre la belleza inmaculada de Brunilda. No soporta más ver aquella acción, toma la flecha por el tronco y la retira tan raudo que el pobre sujeto pierde la vida instantáneamente. Un jovenzuelo que simplemente defendía su tierra, aquella soberana heredad mesoamericana que albergaba familias viviendo cálidamente en paz. Hasta la llegada de forasteras que, al igual que los Olmecas, sus destinos eran inciertos.

- ¿Qué sucede, Brunilda? Cuestionó Hrist, quien se acercó a Brunilda para ayudarle con sus cosas.

-No es nada, este hombre intentó decirme algo que no pude comprender. No entiendo su idioma. Masculló intentando ocultar su asertividad, ligeramente se postra en pie, sin despegar el atisbo al deicida Olmeca que acababa de atosigar.

-Es irrelevante lo que te pudo haber dicho. Somos conquistadoras en sus latifundios. Pudo maldecirte según su agonía.

-O pedirme que lo matara para evitar su sufrimiento.

-Brunilda, esa no eres tú. ¿Desde cuándo te ha importado la raza humana?

-Desde que conocí a este guerrero. Su etnia es distinta a las otras que hemos enfrentado. Simplemente no puedo ignorar eso.

-Pero sigue siendo humano.

-Y si así fuese ¿Por qué el Eterno nunca prestó atención a esta parte del planeta?

-Cuestionar eso sería imprudente, no lo comentes enfrente de Sváva.

-Recoge tus cosas, nos vamos. Ordenó Sigrdrífa al acercárseles, amedrentando su falta de confianza en una de sus respetadas hermanas. Compartió mirada con Hrist, ésta simplemente se acopló con las valkirias sin musitar nada. Hrist siempre ha sido tímida y sumisa, pero es una fuerte guerrera.

Tomó un día más de viaje, pero el objetivo ya estaba más cerca de lo que suponía Sváva. Al salir de un frondoso seto tropical que se alargaba por casi un kilómetro, se encontraron con una emblemática estepa golpeados por pastos a la intemperie, sin arboledas que resguardasen icónicos aborígenes o depredadores.

El monte no era tan alto, incluso las valkirias no demostraban temor por esta clase de paisajes inciertos en un terruño desconocido. En cambio, Fontanela siempre se mantenía más alerta que las mismísimas hijas de Odín. Desde su encuentro con paganos, su mente inventiva se encontraba más abierta que los herejes de su propio país.

Tuvieron un pequeño percance más al notar que había mujeres y hombres adolescentes trabajando la tierra fértil donde las valkirias se hallaban. Esto despertó aún más el huroneo del clérigo, quien ya no se aferraba tanto a sus creencias religiosas.

En cuanto las mujeres Olmecas y los mozos avistaron a las valkirias, se asombraron tajantemente y olvidaron sus actividades fértiles por un tris. Sus miradas trataban de dilucidar lo que estaban presenciando. Pronto los mozos corrieron asustados y las morenas Olmecas hicieron lo mismo. Aquel laudo las orilló a retornar a San Lorenzo, su ciudad cuna.

-Pronto sabrán de nosotras y nuestra incursión.

-A menos que nunca lleguen a su ciudadela para enviar el mensaje.

- ¿Qué estás sugiriendo, Hlökk?

-La obviedad hermanas, si permitimos que escapen. Tendremos a toda una horda de guerreros tras nosotras. El cristiano no tendrá tiempo suficiente para cavar su construcción y ocultar sus entresijos.

- ¿Sváva? ¿Cuáles son tus órdenes?

- ¿Sváva? Di algo, ordena algo. Se están yendo, tienen ventaja. ¿Permitiremos que se vayan a contar lo sucedido?

- ¡Cristiano! Acércate. Voceó Sváva, con ahínco y cierto grado de frustración.

-Su señora, dígame.

- ¿Cuánto tiempo te tomará ocultar tus tesoros?

-Una red constructiva que tengo pensado para las reliquias, tardaré una semana si me doy prisa. Máximo dos semanas, para ser franco.

- ¿Y si te ayudáramos a la construcción subterránea?

-Ciertamente, dos días máximos.

- ¡Sigrdrífa, Skalmöld y Gunnr se quedan conmigo! ¡Valkirias! ¡Mátenlas! ¡También a los pubertos! ¡Ninguna vive! -Ordenó Sváva, sin dubitación alguna. Giacomo solo cerraba los ojos ante semejante orden, mostrándose culpable por la muerte de aquellas personas aborígenes.

- ¡Ya oyeron hermanas! ¡A glorificar el Valhalla!

Una de las virtudes que no se esperaban las mujeres Olmecas que se encontraban arando el terreno, era que las valkirias que acababan de presenciar son veloces, tanto que no fue problema alcanzar a las morenas intentando escapar. Aunado a su gran altura y zancadas al momento de correr, una increíble musculatura en los perniles y su pasión por el combate, las mujeres Olmecas no tenían oportunidad.

Se auscultaban gritos aterradores en el lado de Sváva, ciertamente ordenó continuar el paso al Oeste, donde habían columbrado a Halla, mientras las valkirias restantes se encontraban asesinando a espada y puño a matronas mesoamericanas. Rodearon el terreno fértil pues era una principal zona de resguardo nativa. Se dirigieron a la montaña Halla, sin darse cuenta que a tan solo unos kilómetros se encontraba el gran centro ceremonial de San Lorenzo.

Hlökk alcanzó a una dupla de núbiles que ya se adentraban entre la selva. Aquellas damas Olmecas eran bellas y tenaces, cuya edad apenas rebasaba los quince años. Su velocidad fue porfiada que ni siquiera se inmutó por detenerlas, simplemente al acercársele lo suficiente a la primera de la pareja, le asestó un porrazo con su escudo, éste por si solo pesaba los diez kilos, debido a su combinación con metales y piedras preciosas. Pronto se dirigió a la segunda y le lanzó su propia espada en sentido vectorial, ésta clavo por la espalda y atravesó su dorso hasta que cayó al suelo.

Se agacha ante la primera mujer, le desnuca salvajemente. Se dirige a la segunda, apenas y se tambaleaba por el intenso dolor, la observó morir sin pregonar barrunto y arrepentimiento. No fue necesario hacer una movida ingeniosa para acabar con su vida. En ese tris, escucha llorar a un pequeñuelo que estaba oculto y cargaba consigo unas frutas en un canasto hecho con ramas de madera y lianas de palmera.

La mirada de aquel pequeño se centraba en su madre, la segunda dama Olmeca que sintió el espadazo. El niño prontamente se percata como se acerca Hlökk hacia él, tira su canasto y empieza a balbucear intensamente al unísono que movía sus manos para decirle que no, mientras camina hacia atrás y topa con un árbol de la zona, la estepa estaba llegando a su fin.

Lloriqueando implora por su vida en un idioma que Hlökk no podía entender. Sacó su espada nuevamente de su regazo y ante el grito mortal del jovencito, la valkiria levantó su florete y la dirigió rápido a la cabeza del párvulo Olmeca.

Un escudo detiene la clavada, la punta de la centella se cimbró sobre el broquel de Brunilda, la adarga de Brunilda le salvó la vida al vástago que no paraba de llorar.

- ¿Qué estás haciendo, Brunilda? No desobedezcas órdenes.

-Es solo un niño, hermana. Míralo, está asustado porque mataste a su madre. Está temeroso porque piensa que morirá. Mira lo que hemos hecho, solo por la estúpida recompensa que recibirá un indultado clérigo ajeno a nuestro reinado.

-Tu filosofía me aterra. Somos guerreras, a nuestro padre Odín no le interesa en lo más mínimo la vida de estas personas. Y sobre todo, cuando nuestro imperio está amenazado por el Eterno, ese tratado es lo único que mantendrá con vida a nuestra especie.

-A mí sí me importan estas personas, hermana. No puedo arrebatarles la vida. No puedo más.

- ¿Tú? ¿Qué te pasó? ¡Tú odias a los humanos!

-Ya no. No desde que arribé a esta grandiosa tierra.

Brunilda baja el escudo y retira la tizona de Hlökk. El jovencito aún seguía aterrado, mirando a dos valkirias a solo centímetros de él.

-Estoy segura que no mataste a ninguna de estas matronas, ¿cierto?

-Me conoces bien, hermana.

-Si dejas con vida a este párvulo contara de nuestra llegada. Tendremos problemas para que el cristiano haga lo suyo.

-Míralo, Hlökk. Este jovencito no dirá nada. Solo está asustado.

-Olvídalo, tengo un trabajo que hacer, apártate de él. Las otras valkirias hicieron el cometido, Brunilda. Ya no escucho gritos, está hecho. Solo falta este aborigen.

-Déjalo en paz, déjalo ir. Avisaremos al resto que terminamos, nos acoplaremos a Sváva.

-Estás demente, aléjate de él.

-No me alejaré, hermana.

- ¡Aléjate de él! ¡He dicho!

Vertiginosamente Hlökk saca una segunda daga más pequeña que su espada, intenta rasgar el cuello de aquel niño pero Brunilda la detiene, forcejea con ella y ésta vuelve a tratar de desollar al párvulo. Brunilda, con su otra mano retira de forma fugaz al pequeño, la daga rasga parte del tronco vapuleado y en cuanto Brunilda se dio cuenta que el niño estaba en el suelo, toma su sable y se la clava por la espalda a Hlökk, cuando ésta pretendió matarlo con sus manos, que ya sostenían el cuello del mocito.

Hlökk suelta al infante y se recuesta a un costado del angelito Olmeca. Comparte miradas con Brunilda quien se aferró al empíreo, tapando su boca con las manos por el crimen atroz hacia su hermana valkiria. Hlökk volvió a remirar a su colactánea, salpicaba linfas azules por la oquedad y un lagrimeo divino se hacía presente en su precioso rostro. La valkiria Hlökk agonizaba tristemente.

-Brunilda, siempre fuiste... La más rebelde de todas nosotras... Padre te tiene en alta autoestima.

- ¡Hlökk! ¡Perdóname hermana! ¡Solo... perdón! -Replicaba tristemente Brunilda, ataviada emocionalmente por matar a una de su especie.

Hlökk dejó de respirar el vaticinante oxigeno del cual también ellas necesitan para la supervivencia. Las otras valkirias vociferaban por ellas. Simplemente no pudo, sencillamente no tenía las fuerzas y el valor para enfrentar a sus hermanas, ni que decir de Sváva. Brunilda tomó al impúber y lo cargó en sus fornidos brazos hasta llevarlo a su ciudad, que no se encontraba lejos. Menuda sorpresa se llevarán los Olmecas, decepcionante y afligida noticia se llevará Sváva, cuando las valkirias le informen del asesinato de Hlökk perpetrado por Brunilda.

Tras una rauda inspección, las valkirias encuentran el cuerpo finado de Hlökk. Todas se conglomeraron y se percataron que el espetón correspondía al de Brunilda, sollozaron en completa tristeza y Hrist simplemente se agachaba para tocar la hermosa frente de su hermana caída en acción.

- ¡Hlökk!- Ululó dolosamente, Hrist. Implorando a los garbinos por una inmaculada congratulación en Valhalla.

- ¿Por qué lo hiciste Brunilda? ¿Qué fue lo que se rompió en ti?- Inquirió Göll tal cual monologo inquisitivo.

-Se fue en aquella dirección, a la ciudadela.

- ¿De qué hablas, Geirönul?

-Hay una ciudad registrada por Hugin. No quise compartírselos cuando Sváva me pidió informes de las montañas.

-Brunilda merece la muerte. ¿Quién se lo dirá a Sváva? Alguien tiene que informar.

Todas comparten columbras pero nadie se ofrecía a hacerlo, saben que una noticia de tal magnitud merecería informar a Odín. Y por ende, el castigo es la mismísima muerte.

-Si Brunilda mató a nuestra hermana Hlökk porque salvó la vida de un nativo, entonces ya no es más una de nuestra Orden.

-Arflea hizo exactamente lo mismo, aun así la queremos. Replicó Hrist, afligidamente y sosteniendo la cabeza de su hermana Hlökk.

- ¿Qué te hace pensar que lo hizo por salvar a un nativo, Hjörprimul?

-Miren el canasto, los otros dos están cerca de aquellas muertas. Pero falta un tercer cuerpo, que por obvias razones no murió.

- ¿Qué es lo que sugieres, Herfjötur? ¡Eres la de más alto rango!

Tras analizar la situación y bajo la impetuosa cálida tarde que ya se acrecentaba en la antigua tierra veracruzana, la valkiria Herfjötur ordenó una respuesta fuera de ética divina.

-Geirönul, envía un comunicado a Skadi, pídele refuerzos. Ella los mandará sin hesitar porque Hlökk le agradaba.

-Hacer eso a espaldas de Odín y Sváva no es inteligente.

-Tampoco lo que hizo Brunilda. Envía un comunicado a Hela, solicita que se abra el portal esférico de gusano en esta parte del planeta. Que los refuerzos de Skadi lleguen por allí. No tenemos tiempo para que arriben por mar.

- ¿Por qué solicitaríamos algo como eso? Habrá cuestionamientos en la Corte de Odín.

-Skadi y Hela conocen el tratado, harán lo que sea para que nuestra especie mantenga su hegemonía. Agregó Svipul, con furia en su expresión.

-Y porque seguiremos el rastro de Brunilda, si nuestra traidora hermana llegó a esa ciudad, entonces tendremos que luchar contra posibles aliados nativos que intentarán protegerla, después del acto amoroso que acaba de hacer.

-Entonces está dicho, hermanas.

-Geirönul, pídelo ahora. Tienes dos horas.

- ¡Valkirias! ¡A glorificar el Valhalla!

Las doncellas escuderas estaban por atormentar bélicamente a San Lorenzo, pronto los Olmecas contarían historias de Dioses y Diosas, que viajarán de lengua en lengua, una tradición oral que se transmitirá por generaciones. Aquella situación valkiriana pronto desataría la más insólita leyenda mesoamericana de todos los tiempos. La salvaje persecución que inspiró la mitología de Diosas mexicas; La Increíble Coatlicue salvando al niño Huitzilopochtli de las garras de su propia hermana, Coyolxauhqui y su aguerrida tropa sanguinaria de infames soldados de las estrellas.

CONTINUARÁ...


GLORIOSAS AL ANOCHECER (SEGUNDA EDICIÓN)

Es un libro de acción, drama, suspenso y ciencia ficción. Las historias están ambientadas en la saga ÁNGELES GUARDIANES: LA ELEGIDA. VOLUMEN 1.

ISBN-10: 1687839999

ISBN-13: 978-1687839992

Protagonistas: Verónica Raddel, Nanase Yakamura y Rachel Mallory.

Personajes Secundarios: Svava, Brunilda, Porün, Skadi, etc.

Antagonistas: Carlos Samarroa, Mente Negra, Los Silenciadores, Yaroslav Petrova, etc.

La segunda edición es de venta exclusiva en Amazon

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