Extracto de mi libro El Alfil de Casillas Negras: Caballo de Dama

19.06.2022


Capítulo Caballo de Dama

***

-Betty, debes irte ya, noquéala. La policía ya logró entrar ¡Son del departamento de Operaciones Especiales!, te daré una salida si lo haces ahora. ¡Debes irte ya!

-Te escuché, dame tiempo. Retrásalos cuanto puedas.

-¡Carajo! Bien, tienes dos minutos.

La tipeja notó mi puño a punto de someterla, antes de siquiera golpearla, me soltó la sopa. Lo que oí después fue abrumador, macabro, grotesco y seguramente tendré pesadillas.

-Años de investigación, yo apenas llevo cuatro meses en INGESTA y he ayudado en la implantación de falsos recuerdos en esas chicas, pero no contábamos que los efectos secundarios fueran extremadamente letales. Murieron cientos, pero una población en específica, la Chichimeca desarrolló cierta inmunidad...

-...Ellas fueron sometidas a las pruebas, son capaces de recordar a gran detalle cualquier evento histórico concatenado, aun cuando no son letradas o han tenido contacto con documentación fehaciente. Simplemente, esto es un gran avance científico y no podemos presumirlo al mundo hasta estar seguros de cómo aplicarlo a favor de México.

-Lo que me expresas no tiene sentido, ¿Por qué mierda no las dejan ir?

-Porque ellas en específico, tienen información privilegiada de la realeza, ni siquiera yo sé de qué magnitud es. Lo que he podido investigar por mi cuenta y arriesgando mi carrera, es que la Orden de las Cartas de Aztlán fue fundada por el primo segundo de nuestro Rey. ¿Te imaginas eso? ¡Jajaja! Y lo peor de todo es que no puedo decirlo a la red pública o me matarán.

-¡Oh mierda! Betty, el tiempo corre. Si mencionó a la Orden terrorista, esto va más allá de nuestras manos, Betty debes irte ya. Olvida los registros, lo que tenemos es suficiente.

-¿Qué hay de los registros? -Cuestioné desesperada.

-No tengo idea de donde se llevan a cabo los experimentos, es otro nivel de seguridad. Aunque júralo que las cerrarán tan pronto salgas de aquí.

La noqueé y me puse en contacto con la vigía. Tomé algunas fotografías con el móvil y corrí hacia los puntos de extracción que me fue especificando.

-¿Ya llegaste al cuarto de sucios?

-Listo, estoy en él.

-Rebusca en la parte de arriba, verás un conducto de ventilación. Sal por ahí, me acercaré con el vehículo lo más que pueda.

-Va que va.

***

-Buenos días, Miranda. Cierra la puerta, por favor.

Tres días después de los acontecimientos en el centro de investigación Leona Vicario, el director de investigaciones, Omar Vázquez, citó a la becaria para charlar un poco.

-Buen día señor director, tuve que posponer mis tareas debido a la cita improvisada.

-Estoy al tanto, no te quitaré mucho tiempo. Lo que has hecho hasta ahora es de vital importancia y estoy consciente que no debo molestarte.

-¿Le dijo algo mi tío?

-No, de hecho, esto es ajeno a tus contactos en la realeza. Supieron lo que te pasó, acerca de tu enfrentamiento con esa impostora.

-Oh, sí. Nadie de mi familia lo sabía, hasta ahora.

La tensión se marcaba y subía de intensidad tras los resultados de la investigación interna, incluso a expensas de la corona, la corrupción prevalecía como un parásito que se alimenta raudamente. Los sobornos para desviar las atenciones de las autoridades iban desde los dos millones de pesos, hasta los treinta millones, pero en el caso de INGESTA, las cifras eran excesivamente elevadas, mucho mas que las que reportaba PEMEX.

-Escucha, los ministeriales se acaban de retirar hace unos momentos. Entregarán un dictamen por la investigación interna que ejecutó nuestro personal. En cuanto a la posición de tu testimonio y el diagnóstico de la terapeuta que te sesionó ayer, la junta directiva ha ordenado que finjas esta declaración-Replicó mientras le deslizaba un sobre membretado por el escritorio.

Miranda se desconcierta por tal afirmación y toma el sobre, lo abre y se dispone a leerlo detalladamente. Al cabo de un par de minutos se pone de pie, no puede creer la falacia que la orillan a expresar en rueda de prensa.

-¡Esto es un insulto! Señor director, esto no fue lo que ocurrió.

-Miranda, toma asiento por favor.

-Pero...

-¡Dije que te sentaras! Tal vez tu tío sea muy influyente, pero mientras estés contratada bajo mi tutela harás lo que yo te digo. Sino te sientes a gusto con esa propuesta, puedes renunciar. Afuera hay cientos de hombres y mujeres expertos en biotecnología.

Miranda obedece impávida, pero temerosa por las repercusiones de la información que pudo haber divulgado. En especial, porque crean un conflicto de intereses en la Corte Real.

-La rueda de prensa será hoy por la tarde.

-¿Tan pronto? -Cuestionó sorpresiva.

-Esto es un asunto que debe resolverse pronto, de por si estamos en la mira de los federales, demasiados testigos y muchas falacias para que todo el puto escenario cuadre, debes decir tal y como está el escrito, ¿entiendes?

-Si, señor director. ¿Algo más en lo que pueda ayudarle?

-Si, la terapeuta recomendó que te tomes una semana libre, descuida, será con goce de sueldo. Ve a casa y evita el contacto con la gente si es posible, trata de mantener la boca cerrada esta vez. Un poco de silencio hogareño te caerá bien.

La expresión del director fue imperativa, Miranda se pone de pie y sosteniendo el sobre en su mano, se retira cerrando fuertemente la puerta de la oficina, tenía demasiada rabia por las mentiras que INGESTA planea exponer ante la sociedad y las propias autoridades.

Transcurrieron un par de horas y estaba por anochecer, el director estaba por salir de su oficina rumbo a casa, la mayoría de los empleados se habían ido. Sin embargo, cuatro hombres vestidos de traje y de buen porte, le interrumpen la salida al bloquearle el acceso al elevador.

-¿Señor Vázquez? Un placer conocerlo, director-Inquiere y musita el catrín misterioso, fielmente acompañado.

-¿Eh? ¿Quiénes son ustedes? ¿Cómo entraron? -Cuestionó Omar, remirando para todos lados, centrando su atención en el tipo que tenía de frente.

-Vayamos de vuelta a su oficina, insisto. No le quitaré mucho tiempo.

-Llamaré a seguridad, ustedes no deberían estar aquí, ni siquiera tienen acceso...

Uno de los guardaespaldas le postra su mano izquierda en su hombro, intentando calmarlo, mientras otro le retira su teléfono móvil.

-Usted no irá a ningún lado, hasta que hablemos, señor director.

Omar no tenía idea de lo que ocurría, pero predisponía que quizá eran empleados de INGESTA de mayor nivel, superiores que respondían tal vez a una mesa directiva.

-No me ha dicho su nombre.

-Puede llamarme como guste, por favor, después de usted-Replicó el catrín, mientras alzaba la mano en dirección a la oficina.

Ambos entraron y el catrín misterioso cerró la puerta, los guardaespaldas se quedaron en la recepción de la secretaria, quien por cierto ya se había retirado. Los hombres comenzaron a indagar en el sistema informático, otros rebuscaban entre el papeleo cualquier información que pudiera serles de utilidad.

-¿Qué es lo que quiere?

-Sé de primera mano que una de sus empleadas tuvo una confrontación contra una personalidad misteriosa que, de alguna forma, burló uno de sus sistemas de seguridad más reforzados del país, ¿estoy en lo cierto?

-En efecto, sí.

-¿Puede confirmar que la asalariada corresponde al nombre de Miranda Iglesias Velázquez?

El director tragó saliva, su semblante expresaba un dilema, delatar o no a Miranda, en esencia los reportes judiciales establecían que no hubo enfrentamientos entre esa impostora y una empleada del centro Leona Vicario.

-Espero su respuesta, señor director.

-La chica... Si. ¿Por qué es tan importante para ustedes?

-Muchas gracias por su cooperación.

El catrín misterioso abandona la oficina del director, al salir, un guardaespaldas ingresa desenfundando un arma de fuego calibre .22 y le dispara en la cabeza.

-Manipula el teléfono durante un par de días, confirma mediante mensajería que el director tomará vacaciones-Ordenó a uno de sus hombres, mientras observaba a través del ventanal aquel paisaje oscuro y sombrío que da contigua a una de las montañas tlaxcaltecas.

-Si, señor.

Otro de los hombres fornidos se acerca al catrín, aguardando por aquellas órdenes obvias.

-Saquen el cadáver y desháganse de él.

-De inmediato, ¿Qué haremos con la chica?

-Llévate a tres de tus hombres, ya sabes que hacer.


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El Alfil de Casillas Negras

ISBN: 9798594317437 (Edición impresa).

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