Extracto de Gloriosas al Anochecer: Cacería

26.12.2021

Escribir Gloriosas al Anochecer fue un desafío que cumplí con desvelos y hartas cantidades de café, durmiendo incluso dos horas por noche. Tardé alrededor de un año en terminar la obra de diversificación literaria, porque varios de mis lectores querían que un libro tuviera tantos géneros posibles y cuya historia, fuera entrelazada por varios capítulos protagonizados por diversos personajes con capacidades diferentes. En fin, creo que lo conseguí con Gloriosas al Anochecer, sin duda no te decepcionará para nada.


CACERÍA

- ¡Eres una maldita perra Nanase! ¡Tus padres no vivirán mucho! ¡Uggghh!

Nanase Yakamura le clavó la espada en su pierna izquierda. Aquel mercenario de renombre sollozaba como un imberbe de primera. Nanase presiona su Katana aún más, propiciando más dolor a Kuritaku.

-Mierda... Solo mátame Nanase, ¿qué más da? Es obvio que alguien te dijo a lo que veníamos... ¡Uggghh!

- ¿Cuál es el plan de su rebelión?

-Ya conozco como acabara esto, Nanase. Lo mismo que harás es lo que yo haría. No te diré nada. ¡Sangre y Negocios! Tu lema preferido, lo adaptamos a nuestra vida.

-Es verdad, me siento estúpida haciendo esto. Pero... Espera un momento, todos los hombres valoran esto.

Nanase le abre el cierre de su pantalón y saca a relucir el pene pequeño de aquel criminal, los imperiales bajaron a acoplarse a su fémina líder, se sorprenden por la escena que presencian. Sin embargo, saben lo que ocurrirá después.

- ¡No te atreverías!

-Cortarte tu virilidad podría darme una oportunidad. ¿Cuál es el plan de la rebelión?

-Nanase, no dudo que lo harás. Pero para que molestar, si te digo todo aun así me matarás. Jamás dejamos cabos sueltos y lo sabes.

-Seré clara, Kuritaku. Tal vez no me conoces bien. Si yo corto tu aparato reproductor morirás desangrado en cuestión de minutos, el dolor es garrafal según la experiencia cortándolo a mis enemigos, sufrirás mucho. A menos que me digas lo que quiero, sin engaitar, puedo asesinarte rápidamente. No sufrirás. No puedes mentirme, soy mentalista, podría detectar tus falacias.

-Está bien, Nanase. De cualquier modo estoy muerto.

-Cuéntame todo.

-Los Silenciadores quieren el control, Maritza será la lista y Ayle Mura es una de las candidatas, los hermanos Bo también han sido postulados. Ranma y Jutsuo también se postularon. El jefe del Clan Kento, ha sido postulado. La votación se llevará a cabo en Londres; en la residencia del ministro de defensa de Inglaterra, el ministro de Francia estará presente, el de Gales también. San Francisco es un fiasco, todo se salió de control allá. Ayle Mura supo de tus Kunoichi, están tratando de localizarlas para aniquilarlas. Las Kunoichi, Ulma y tú son las únicas que interfieren con los planes. Yo vine a matarte, matar a Ulma y a tus imperiales. Me ordenaron hacerlo lentamente y sin que sospecharas nada. Se suponía que no debía neutralizarte todavía hasta recibir la llamada de Jutsuo, la cual sería esta noche.

-Jakelti, retira su teléfono.

- ¡Por supuesto, Nanase! -Replicó el imperial renombrado, Kuritaku volqueó a columbrarlo furiosamente, sin poder hacer nada.

- ¿Algo más que quieras compartir?

-Los Silenciadores ordenaron al Clan Kento exterminar a tu aliado americano. Aún no saben quién es exactamente, pero ya tienen algunos sospechosos y el Clan se encargará de eso.

-Supongo que es todo. Agradezco tu gentil franqueza.

-Nanase, antes de matarme, quiero pedirte un favor. De guerrero a guerrera.

- ¿Cuál?

-Prometí a mi hija llevarla de pesca cuando regresara, lamentablemente es algo que no podré hacer. Mi hija Kuzumi es inocente, jamás supo a lo que me dedicaba. El favor que quiero pedirte es que le digas que morí con honor. Que la amo y que lamento no poder estar a su lado nunca más. Una mujer como tú, que perdió a sus padres, lo entenderá.

-Te doy mi palabra, Kuritaku. Es lo más decente que puedo sacarte de tu traición.

-Gracias... Hazlo rápido.

Lo decapité vertiginosamente, tuve sentimientos encontrados con su reflexión y petición. No obstante, la traición la castigo por sobre todas las cosas. Aquella niña Kuzumi tendrá su recado a su debido tiempo. Mucha sangre fue derramada, mis imperiales ni siquiera estaban agotados, pero yo sí. Lo cual me aterra, no hice prácticamente nada más que solo clavar, amenazar y degollar. Toda la situación no era apremiante, era estresante. No cavilaba con sutileza, mi franqueza sobre una victoria incierta no me era favorable.

Mientras me hallaba sosteniendo una espada y llorando internamente, mis padres adoptivos se encontraban bajo fuego cruzado, librando una refriega intensa contra casi toda la organización. Greco estaba en Washington, nada podía hacer excepto sus refuerzos que ya iban en camino. Tomé asiento en una de las mesas, dejé caer mi Katana aun salpicando de sangre, me importó un comino esa acción deshonrosa. Llevé mis manos al zumo agachado y me los restregaba sin cesar. No podía pensar, no podía dilucidar, no lograba elucubrar. Todo se fue a la mierda. Librando una estúpida batalla conspirativa contra dos jodidos Bilderberger de función secreta, mientras la agonía de las Tríadas mermaba a mi familia. A solo dos días de estar en Chile, las cosas se salieron de control.

Aun no encontraba a Raddel, todavía no hallábamos a Fausto. Esos americanos discretos del Orden Mundial a sus anchas, burlándose de las Tríadas. A estas alturas, debieron saber que los estamos persiguiendo. Sin mencionar que tengo que pensar como conectar los puntos contra esos obstinados jóvenes artistas buscados por la CIA y el MI6. ¿Por qué el Hoyo Negro les entregaría un paquete especial? Y luego, ¿A quién debía ser entregado? ¿A los Bilderberger? ¿A Majestic-12? ¿Qué carajos estaba sucediendo? Mi organización, mi imperio estaba metido entre estas ineptas porciones conspirativas. Me estaba dando jaqueca, no era nada inteligente estar en Puerto Montt. A menos que quisiera conservar la plaza, la cual me costaría mucho trabajo a sabiendas que no contaré con refuerzos, si es que Mente Negra decide retornar al reclamo de la ciudad porteña.

Mi alianza con Bohemian Grove perdía prestigio. Pero mis padres accedieron a entablarla con Greco Mumford. Admito que nos conviene esta alianza, pero no ahora. Al menos es lo que deducía de toda la mierda podrida que me caía encima.

-Señorita Nanase, ¿qué hacemos ahora?

-Tráeme un trago del bar, no, espera. Es más, tráeme una botella de tinto del bar. Y después recojan los cadáveres, mi amiga Ellie se infartará cuando encuentre este desastre.

-Enseguida, señorita Nanase. Muchachos, recojan todo.

Mientras pimplaba sin pena, la botella estaba casi vacía. Recibí una llamada interesante de Ulma.

- ¡Nanase! La encontramos. ¡Hallamos a Raddel! En este momento los imperiales le siguen los talones, es cuestión de tiempo para que caiga.

- ¿Dónde se encuentran?

-En la explanada Rochilla. Una empalizada de construcción, hay un letrero a la cancela, dice Construcciones Montero. Verónica Raddel no tiene escapatoria, la hemos seguido y se ancló en su propia tumba. La estúpida se arrinconó.

-Excelente, Ulma. Amiga, fuimos traicionados. En estos momentos, mis padres libran una batalla campal contra los deicidas y Los Silenciadores. No puedo decirte más por el momento.

- ¡Mierda! ¿Qué rayos? Escucha, Nanase. Como concejala es mi deber decirte, primero acabemos con esto y regresamos a China.

-Eso es exactamente lo que le dijo Kung a Greco. Eres lista, amiga. Los alcanzaré en este momento.

Colgué y raudamente libé la última porción líquida del tinto, suspiré lentamente. Traté de liberar algo de estrés ante la esperanza de obtener algún logro al atrapar a Verónica Raddel, lo cual por supuesto me llevaría con los Bilderberger.

- ¿Jakelti?

-Sí, señorita Nanase.

-Dejen los cadáveres, vayamos de cacería. Hay una perra que necesita correa.

...

Un golpe más al indultado señor Liam, quien se había negado a colaborar con las Tríadas en Riga, capital de Letonia, país en aras del desarrollo pero con un gran aliado alemán que le facilitaba el mercado internacional.

Atado a la silla, en medio de una abandonada bodega, un sitio anónimo en términos geográficos, pero con una gran estela de muertes dentro que harían retorcer de inhumanidad a quien quiera pasara por allí.

Una veintena de hombres muy bien vestidos, tipos anglosajones con gran entrenamiento y decenas de asiáticos tatuados con el símbolo de la cabeza de dragón, respaldaban a la líder magnánima Maritza Zhang, aunque ella simplemente le gustaba que le llamasen, la Reina Sangrienta.

-Estas muy herido, Liam. Quizá ya es hora que comiences a cooperar, aun estas a tiempo de una transfusión de sangre, el hospital más cercano se encuentra a... quizá unos veinte minutos.

- ¡No me rebajaré a tu nivel perra!

- ¿De qué sirve insultar sino vas a cooperar?

-Ya te lo dije, no colaboro con mafiosos.

-Yo no soy una mafiosa, soy una empleada de una gran organización de antaño, por cierto me pagan buenas utilidades.

- ¡Eres una maldita sádica! ¡Indiferente! ¡Pocilga humana!

- ¿Ya terminaste? Quiero mostrarte algo.

En ese tris, Maritza se acercó nuevamente a la mesa de utilería, tomó unas tijeras de jardín baratas, las acercó a sus genitales, dejó que el frío letargo del par de hojas filosas amedrentara el uso de razón de Liam.

- ¿Qué más da si me lo cortas? Aun así me matarás.

- ¿Por qué habría de asesinar a mis socios? Acepta mi oferta y entonces continuarás con tu mísera vida.

Un segundo de dolor, un minuto de análisis, Maritza se mantenía seria y sombría, una mujer de dudosa honorabilidad, una feminista dispuesta a hacer todo lo necesario con tal de obtener lo que quiere. Una grotesca monstruosidad que nadie quisiera conocer.

- ¿Qué garantías me ofreces, Reina Sangrienta?

-Protección a mis asociados, esa es la garantía, aunque ya debes saber que castigo con la muerte a quienes me traicionan.

-Eso me queda claro, por favor, si hago esto contigo, garantízame el anonimato, tengo una reputación que cuidar.

-Entonces estrecha mi mano...

-...-.

-Bienvenido a mi mundo, socio. ¡Desátenlo y que el médico lo revise! ¡Traigan a la siguiente!

En ese momento, los leales a Maritza siguieron al pie de la letra las órdenes, en un santiamén trajeron a la modelo europea Velden Loriel, reconocida adlátere de productoras pornográficas.

- ¡Maritza por favor! ¡Tú sabes que nunca te traicionaría!

-Lo sé, querida. ¿Por qué crees que estas aquí si no fuera así?

- ¡Maritza te lo juro! ¡Yo no tuve nada que ver con los Vatileaks!

-Tengo clientes poderosos que me exigen resultados. Sus nombres están siendo puestos bajo una lupa muy amplia y hay detectives de prestigio escudriñando nuestra red. Debo decir que estoy decepcionada porque faltaste al convenio, una insulsa porquería.

- ¡Ya te lo dije Maritza! ¡Estás cometiendo un error!

- ¿A quién crees que debería proteger? A mis clientes por supuesto, pagan mejores regalías que las estúpidas escenas anales que realizas.

- ¡Maritza! ¡Yo no tuve nada que ver! Tienes que creerme.

-Lo siento, Velden, pero dejé de creerte hace mucho.

La reina sangrienta metió un lapicero en la fosa auditiva derecha, se aseguró que los gritos fueran los más atroces que su escolta pudiese escuchar en las cercanías. Ante tan aterrador dolor, Maritza toma un segundo lápiz y lo inserta en la otra oreja. Sangre revoloteaba sin cesar, la joven modelo y actriz murió presa de las Tríadas.

En ese momento, Maritza toma un pañuelo para limpiarse la sangre de sus manos cuando uno de sus guardaespaldas le alcanza el móvil, una llamada importante se hacía esperar al otro lado.

- ¿Aló?

-Las aves rumbaron gloriosas y anidaron en los albores estadounidenses.

-Es un placer también, Ayle. ¿A qué debo tu llamada?

-Los Silenciadores y una servidora hemos acordado una gran colaboración que te puede interesar.

-Cualquier cosa que esté muy por arriba de ser una lamehuevos de Lee Kung, es bien recibido.

-Créeme, Maritza. Es muy encantador que hayas aceptado.

- ¿De qué se trata?

-Próximamente se hará la reunión en Inglaterra...

-Sí, lo sé. La reelección de las cabezas de dragón, estoy muy ocupada si planeas invitarme.

-No se trata de ofrecerte un lugar en la mesa, se trata que seas tú la Lista. Queremos que seas la Lista de las cabezas de dragón, Maritza.

-...-.

-Te quedaste sin palabras, ¿es un sí?

-Acepto, supongo que ese honor no es gratis.

-Por supuesto, para ganártelo debes matar a Nanase Yakamura, mátala lo más pronto posible.

-Ayle, será un placer. Considéralo hecho...


Gloriosas al Anochecer

De venta en Amazon

Pasta Blanda: 526 Páginas.

E-Book: 331 Páginas.

ISBN-10 ‏ : ‎ 1687839999.

ISBN-13 ‏ : ‎ 978-1687839992.

© 2019 Gerardo Villalobos Aguilar. Todos los derechos reservados.
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