Abstracto de mi Libro: Ella, Fabiola

15.11.2020


Del Capítulo: Al Buqué Enamorado.

Son las once de la mañana, tengo una pinche cruda que me recuerda las pendejadas que hice ayer, maldito Bruno desgraciado, pero es mi culpa tener sexo por despecho, eso me gano por cerrar el ciclo amoroso que traigo cargando inconscientemente.

Patricia ronca horrible, juraría que ninguna dama soportaría semejante ruido, quizá si estaba muy cansada como para escuchar sus berridos. Como sea, le aventé la almohada para que se despertara.

Nada, simplemente balbuceó y se acomodó de lado, continuaba durmiendo. Así que volví a lanzar otra almohada, esta vez sí logré que despertara pero no dijo nada. Le lancé otra a mi amiga, jajajaja.

- ¡Oye! Fabiola no mames, déjame dormir.

-Ya párate, son las once. Debemos ir al viñedo.

- ¡Ve tú! Yo aquí te espero.

Le aventé otra almohada que tenía al lado. Me da mucha risa hacerle esto a mi queridísima amiga, debería invitarla a mi casa para una peda, así puedo molestarla por las mañanas.

- ¡Ya güey! Déjame dormir, ¡Por favor!

-Tengo más almohadas conmigo, hay que alistarse, desayunemos algo y vamos al viñedo.

- ¿En serio tienes ganar de ir después de todo lo que pasó?

-Nicolás no tiene la culpa de lo que pasó ayer, además me invitó al viñedo, solo asistamos para cumplir este compromiso con él.

-Su mujer te odia, es mala idea-Paty se recuesta boca abajo, tratando de dormir otra vez.

Me paré de la cama y me acerqué a ella, tomé una de las esquinas del edredón y lo jalé con todas mis fuerzas para que Patricia se cayera intencionalmente, jajajaja debieron verlo fue tan divertido.

- ¡Fabiola! ¡Vete a la chingada!

-Apúrate, nos vamos en veinte minutos.

- ¡Ay! ¡Ahora entiendo a Natalia!

-Pues deberías ser su amiga.

-Sí, debería. Pero te morirías sin mí.

-Eso es cierto, vístete o báñate.

- ¡Si mamá! -Gritó Paty, sarcásticamente.

Luego de un rato; vestimos casual, bajamos al restaurante del hotel y desayunamos algo leve, bueno quise ser modesta, pero nos atascamos de un rico plato Vuelve a la Vida, de hecho nos sorprendió que los cocineros lo tengan en el menú, quizá Coatepec le entra sabroso al alcohol así como al café.

Patricia me bombardeaba con un interrogatorio acerca de lo sucedido, tal vez tenga razón, lo mejor sería tomar nuestras cosas y volver a casa. Nicolás lo entendería; pero por otro lado, deberíamos volver al viñedo y desearle la mejor de las fortunas por tan bonita unión marital, despedir ese sentimiento arraigado en mi ser junto a las palabras que le diga, si ya sé, que cursi y todo ese rollo. Créanme chicas, esto es profundo, ustedes lo entenderían si tuvieran un pasado como el mío.

- ¿Qué se supone que harás con Bruno?

-Nada, ese idiota tendrá que poner su cara de póker.

-Es una estupidez a mi modo de ver.

- ¿Vendrás conmigo?

-No tengo opción, si no voy Natalia te arrancará esos pómulos.

- ¡Oh! Eres una grandiosa amiga.

- ¡Jajajaja! Que sarcástica eres.

-Honestamente no sé que pueda esperar, así que vamos a tener que improvisar.

-Algo en lo que ya estamos habituadas.

Movía de un lado a otro la cuchara de mi sopa, no sabía cómo solicitar más sutileza de su parte respecto a las fiestas, así que solo lo dije y ya.

-Paty, quiero pedirte algo, pero no quiero que te ofendas.

-Adelante, amiga. Escupe, ¿qué sucede?

- ¿Prometes no enojarte?

-Lo prometo. ¿Qué te aqueja?

-Me gustaría que te portaras más como una dama, al menos por hoy que será nuestro último día con Nicolás.

- ¿Te avergüenza como soy?

-Patricia, eres única, amiga. Solo que por lo que ocurrió ayer con tu acostón si a eso se le puede llamar, lo que tenías en las belfas ay no que asco. ¿Entiendes mi punto, ok?

-Jajajaja, ok mi Fabiretas. Te entiendo, está bien lo admito. A veces me paso de la raya. Seré más cuidadosa, por ti culera.

-Muchas gracias, amiga.

-De nada, Fabiola. Ahora cuéntame cómo te fue con el pendejo de Bruno.

Maldición, mi colactánea no da un paso sin huarache, así que esperaba tomar esa pregunta como una especie de trato, tú me dices que onda y yo me porto a la altura. Qué ironía.

-Uno de los mejores revolcones que me he puesto, pero eso no compensa lo desgraciado que es.

-Jajajaja ya decía yo que era demasiado bueno para ser cierto.

-Supongo que debiste sentirte mal cuando lo supiste.

-La verdad que si, Faby. Sabía que era mi deber advertirte antes de que te volvieras a acostar con él.

-Quizá, de no ser por tu infortunio con los labios, te habría escuchado y eso se hubiera evitado.

-Bueno, por algo pasan las cosas.

-Sabes que no soy fan de esa filosofía, nunca encontramos la razón o ese algo tan especial que conecte las circunstancias de nuestras decisiones e infortunios.

- ¿Dónde sacaste toda esa mierda filosófica?

-Me gusta leer, deberías hacerlo frecuentemente.

-Que hueva, honestamente.

-Entonces, debo pensar que quedaste de verte con Severiano.

-No, el tipo es de mal gusto, está forrado es cierto, pero su carácter es de pocas pulgas.

- ¿Una aventura entonces?

-Si, una mucha mejor que la tuya.

-Jajajaja, eres una idiota.

-Jajajaja, pinche Faby, debiste ver tu cara cuando te dije la verdad sobre ese cabrón.

-Ya no me lo recuerdes, mejor pidamos la cuenta.

Subimos al carro y partimos rumbo a la hacienda nuevamente. Al llegar, el apuesto mayordomo esperaba por nuestra presencia, se portó gentilmente y nos acompañó al viñedo, dijo que se celebraría una degustación de vinos. Sinceramente no tengo idea de cómo pimplar vinos, ciertamente nuestro estilo es de barrio, por decirlo coloquialmente.

Una enorme cantidad de mesas al estilo picnic, con un arco ornamental decorado con flora de la zona en el centro de la ocasión, música de fondo amenizada por la misma sonata, creo que esta banda musical tiene un paquete interesante de servicios. Había algunos invitados pero pronto el resto se conglomeraría.

La poca gente estaba muy a gusto en el recalentado, Natalia nos miró de reojo y pude notar como chismeaba con sus amigas, el odio latente siempre marcando su territorio. Nicolás se acercó y congratuló con Patricia, después conmigo y se disculpó por el nefasto entresijo marital que desconocía de su primo.

- ¡Fabiola! Bienvenidas. Oye te debo una disculpa por lo de Bruno, apenas nos enteramos que se casó...

-Espera Nicolás, no tienes nada de que disculparte, creo que tú tampoco lo sabías. Además, en lo que a mí concierne, eso ya lo olvidé.

-Faby, muy madura de tu parte.

-Solo vine a estar un rato con ustedes, beberemos algo y después partiremos de vuelta al sur, si no te molesta. Tenemos un lunes agitado por la tarde.

-No, por supuesto, de hecho aprecio mucho que estén aquí y que hayan accedido a quedarse un día más, porque precisamente tengo un obsequio para ambas.

- ¿Obsequio? ¡Yo quiero un regalo!-Bufoneó Paty, sintiéndose idolatrada.

-Por supuesto. Permítanme unos minutos, solo tengo que atender algunos asuntos y se los mostraré. Les digo esto para que no se vayan, así las mantengo aquí.

-Claro, esperamos ¿no, Faby?

-Si, por qué no.

Nicolás se despidió momentáneamente de nosotras, no sin antes compartirnos una dulce sonrisa, aquella que toda mujer necesita al inicio del día. Desviamos la atención y nos dirigimos hacia las mesas; nos sentamos en una de ellas y raudamente el mesero, quien no era Crescencio, este tipo es más apuesto y joven, tendrá unos veintidós años, luce bien. En fin, nos sirvió unos panecillos y una taza de café recién molido, tenía un aroma y un sabor peculiar, parecido al que tomaba en el Café con Piernas del Foro de Coatza. ¡Rayos! Otra vez recordé a Hansel Fandiño. ¿Qué estará haciendo mi apuesto casi novio? Borremos esa cuestión y prestemos atención al mesero, porque está guapetón.

El galante servidor se llamaba Lucio Bustamante, originario de este pintoresco pueblo. Muy acomedido con nosotras, Paty escudriñaba su pasado, típico de ella mientras le hacía la plática del día. Al pimplar nuestro café y consumir algunas trazas de pan, el mesonero se acercó a levantar la vajilla.

Lucio nos ofreció una primera degustación de la clase oro. Honestamente no tenía idea de a qué se refería, así que como podrán notar tuve que apelar al despeje de dudas.

-Muchas gracias Lucio, ¿esa...?

- ¿Clase oro? ¿Señorita Taxilaga?-Muy acertada, poniendo palabras en mi boca para terminar esa oración disfrazada de ignorancia. Se la condono.

-Si, mi amigo. ¿Qué es la clase oro?

-Veamos, la clase oro es que les sirvo una cata de vinos de crianza de flor. Es apropiado ya que es medio día, técnicamente.

- ¿Qué cosa?- Inquirió Paty, sonriendo sarcásticamente y créanme no la culpo, porque me quedé con las mismas dubitaciones.

-Me refiero a que, ok olvídenlo. Les traeré el vino y ustedes conozcan su sabor.

-Mejor-Replicó Paty, mirándome como diciendo qué carajos fue eso.

Remiré hacia arriba, me agarré las hebras del cabello y las ondulaba, respiraba profundamente. Esta es una degustación y no tenía idea de cómo hacerlo. Así que vamos a comprometernos con la improvisación. Me puse cómoda y vamos a darle.

Cuando llegó el mesero con las copas y el vino, al mismo tiempo Bruno estaba arribando y a lo lejos pudo verme. Hizo una salutación de caballero, por dentro sentí una rabia por cachetearlo. Patricia se dio cuenta de ello, me tomó de la mano y me dijo que lo dejara pasar.

-Se está acercando a nosotras.

-Supongo que no sabe que lo sé.

-Creo que lo sabe y aún así es tan cabrón y descarado que te invitará a caminar por las vides.

- ¿Qué hago Paty?

-Despáchalo, como Hansel cuando trató de coquetearte por primera vez.

- ¡Oh Paty! Tenías que recordármelo.

El joven Lucio sirvió cortésmente y se retiró no sin antes recalcar sus servicios de requerirse nuevamente. Un gesto cordial que agradecí con un guiño, si lo sé, no lo puedo evitar cuando veo un apuesto galán. En fin, Bruno estaba por sentarse cuando Patricia lo confrontó verborrágicamente.

-Hola que tal muchachas...

-Lo siento, Bruno. Esa silla está ocupada.

- ¿Disculpa? No, descuida. Fabiola y yo acordamos disfrutar en esta degustación.

Ambas nos miramos, sonreímos un poco y debo decir que no me gustaba para nada tener que despacharlo, pero es más doloroso ver que un hombre casado se porte como un zorro infiel.

- ¿Acordamos? -Dije en tono alzado.

-Eh, si. Ayer, acordamos.

-Me temo que no. Mejor acuérdate que tienes una esposa y que tu boda en Marruecos es igual de auténtica que si te hubieras casado aquí.

Bruno se quedó petrificado, se sonrojó y sudaba frío. Tragó saliva y soltó una sonrisa muy fingida aludiendo al hecho que quizá bromeaba, pero no. Fue un momento muy placentero ponerlo en su lugar, pero lo hice muy sutil que luego me lo reproché. Se merecía eso y más, pero debo portarme como una dama.

- ¿No sé de qué hablas? Fabiola, yo puedo explicarte...

-Ay por favor. Ahórrate eso y déjame en paz. ¡Lucio!

-Si, señorita Taxilaga.

-Un favor corazón. ¿Podrías traer a Nicolás? Por favor, es un asunto familiar.

-Por supuesto, señorita-Miró al frustrado Bruno, mientras parloteaba listo para encomendarse a mi orden.


Contraportada:

La segunda entrega de Toma un Café con Fabiola, llega la jácara latina que continúa con una nueva aventura de amor moderno, entre la veracruzana Fabiola y un elenco de catadores apasionados.

Se acerca la primavera, Fabiola se encuentra en su tercera cita con Hansel, ese gallardo masculino quien después de pimplar suficientes tazas de café, logra enamorarla al estilo jarocho pero con una incertidumbre que quizá Faby no comparta con él.

Sin embargo, la invitación inesperada a la boda de uno de sus ex novios, la orillan a desmantelar cualquier sentido romántico pretérito, para consolidar aquel sentimiento muy arraigado que llevaba consigo, el cual mantuvo ignorándolo mucho tiempo.

Fabiola será presa de una confabulación típica mexicana, donde los galanes nuevamente intentarán cortejarla para acceder a ese corazón duro de roer o quizá la rica miel que destila.

¿Café o Vino? Descúbrelo en esta comedia romántica donde el sabor añejo de un tinto, puede resquebrajar la conciencia de una mujer golpeada por su pasado.

Ella, Fabiola

¡De Venta Exclusiva en Amazon!

Para ejemplares físicos (Pasta Blanda), comprar directamente en Amazon.com

Para e-books (Libro Eléctronico), comprar en Amazon.com.mx y en Amazon.com

Serie: Toma un Café con Fabiola.

ISBN-13: 979-8645556525

© 2019 Gerardo Villalobos Aguilar. Todos los derechos reservados.
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar